martes, 14 de julio de 2009

No me rindo! Tan Tan

Después de muchos meses de visitar innumerables doctores, que iban desde dentistas hasta neurólogos nadie daba con un diagnóstico real sobre la enfermedad que aquejaba a mi abuela, un mal que lentamente durante mas de un año le fue robando la capacidad de hablar, su lengua no respondia adecuadamente y cada vez era más dificil entenderle. Mi abuela por su parte había visitado a infinidad de brujos que le aseguraban era víctima de un mal de ojo. 

Al fin, un neurólogo llamó a mi mamá, le dijo que despues de analizar cuidadosamente todos los resultados tenía un diagnóstico importante y queria hablar con ella a solas, así que decidí acompañarla. Se trataba de una enfermedad extraña que afecta a muy pocos pacientes en el mundo, no sabemos a que se debe, no tiene cura, irá progresando y tendrá un desenlace complicado, en un principio ha perdido la capacidad de hablar, después perderá la de tragar y tendrán que ponerle una sonda para alimentarse, al final tendrá que estar conectada a un respirador, porque también sus músculos perderán fuerza en esa parte. Los pacientes con ELA pueden vivir de 3 meses a 10 años. 3 meses a 10 años ese era la esperanza de vida del doctor. ¿Cuánto tiempo terminó siendo en realidad para mi abuela? 3 años, 3 meses. 
En ese momento mi mamá se preparaba para hacer un viaje largo y no sabía exactamente qué hacer con esa información que tenía entre manos. Le preguntó al Dr. "¿si fuera su mamá, usted que haría?." "Decirle", respondió "podría suceder cualquier cosa, desde que cayera en una depresión hasta que se diera un tiro, pero tiene derecho a saber." Así que tras darle unas cuantas vueltas en su cabeza y concluir que si tienes los días contados a cualquiera le gustaría saber más o menos cuantos les quedan, mi mamá se armó de valor y fué a hablar con la abuela. Hasta ese entonces, ella se negaba a aceptar su incapacidad para hablar, a pesar de que era casi imposible entenderle ella se rehusaba a escribir sus ideas, e inentaba incansable hasta hacer llegar aunque fuera sólo una breve idea. Así, llegamos a su casa como a las 7 de la noche. Mi mamá le dijó que tenía algo importante que decirle, que había recibido una llamada del médico y quería contarle lo que le había dicho, mi abuela se incó a un lado de su cama mientras recargaba los brazos en ella, mi mamá sentada le dió el diagnóstico, todo precedido de como contaba con su apoyo incondicional para lo que fuera que ella quisiera hacer con esa informacion, desde visitar 30 neurólogos más hasta irse a ver mil brujos. Mi abuela conocía perfectamente de que se trataba tener ELA, habia convivido de cerca con alguien que la padecia. A pesar de que tardo muchos años en aceptar su enfermedad, a pesar que despues de la noticia insistió en visitar a varios dentistas para que le curaran lo que ella aseguraba habia sido un error médico, a pesar de todo esto, en ese mismo instante, cuando oyó la noticia y por primera vez aceptando que si hablaba no la ibamos a poder entender, tomó papel y pluma para escribir: "Yo no me rindo, Tan Tan".

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